Apropiación Cultural

La apropiación cultural es una forma de dominio cultural. Consiste en la explotación (sea por beneficio económico o placer personal) de creaciones, rituales, atuendos, productos, etcétera, pertenecientes a una comunidad históricamente vulnerada. Son muchos quienes han difundido este concepto relativamente nuevo, así como son muchos sus críticos, escépticos y negacionistas. Y es cierto que las palabras “apropiación” y “cultura” son antiquísimas, pero el concepto de “apropiación cultural” hace referencia a un proceso cultural que se ha convertido, como sin darse cuenta, en una de las caras más amables de la violencia racial y el colonialismo en nuestro mundo.

Está claro que todas las culturas están constantemente tomando características, historias, deidades, tradiciones, fechas y costumbres de otras y que eso puede entenderse como una forma de apropiarse de culturas ajenas, pero es importante dejar esto claro de una vez: no es eso de lo que hablamos, cuando hablamos de apropiación cultural. Este concepto hace referencia directamente a un desequilibrio de poder que se perpetúa en el tiempo, incluso cuando se supone que ya no existe.

El término de apropiación cultural es más nuevo que el proceso que describe. Como resultado de las progresivas conquistas de los movimientos de defensa de los derechos civiles y las distintas reivindicaciones sociales y raciales en el mundo, se configuró el concepto como marco de esa nueva interacción entre opresores y oprimidos. La razón por la cual fue difícil señalar y entender el fenómeno es sencilla: antes no existía un contexto que permitiera a las víctimas del racismo expresarse sobre ello y, entonces, era fácil que se dejara pasar la apropiación como un acto de inclusión, cuando en realidad perpetúa la injusticia y la opresión –en este caso de baja intensidad o con menos violencia física–.

Los ejemplos son muchos. Los disfraces de halloween por ejemplo: cuando una persona se disfraza de geisha o de “hindú”, está reduciendo la carga histórica del atuendo a un disfraz. La ‘exotización’, incluso si se hace desde la fascinación, es una forma de racismo

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